Barrera fotoeléctrica o cortina de infrarrojos es el nombre del sistema que se instala en las puertas del ascensor para evitar que se cierren en el momento en el que alguien o algo está entrando o saliendo de la cabina.

Consiste en una cortina de luz que cubre la mayor parte de la altura y anchura de las puertas y, cuando detectan movimiento, accionan la reapertura de las puertas, evitando así golpes y sustos.

Y es que las células fotoeléctricas tradicionales se quedan muy cortas en cuanto a seguridad, por eso la cortina de infrarrojos se contempla en la nueva normativa.

Estas fotocélulas se encuentran en un punto concreto de las puertas y no pueden captar movimiento por encima o por debajo de ellas como un pequeño, la correa de una mascota o una persona que entre lentamente por problemas de movilidad.

En definitiva, la barrera fotoeléctrica en el ascensor mejora la experiencia del usuario, evita accidentes y, lo más importante, aumenta la seguridad de los pasajeros, especialmente de los más vulnerables.

Una cortina de infrarrojos estándar tiene un total de 20 rayos paralelos y 94 cruzados que detectan la presencia de cualquier persona u objeto por pequeño que sea.

Al detectar de forma rigurosa la presencia de objetos o personas, minimiza golpes y daños que alargan la vida útil de las puertas y reduce el número de incidencias que acaban encareciendo el servicio.